El cuento fantástico narra acciones cotidianas, comunes y naturales; pero en un momento determinado aparece un hecho sorprendente e inexplicable desde el punto de vista de las leyes de la naturaleza.



Aunque se basa en elementos de la realidad (por ejemplo, un misterio por resolver, un tesoro escondido) presenta los hechos de una manera distinta al modo habitual de ver las cosas, de una manera asombrosa y, muchas veces, sobrenatural. Esta situación provoca desconcierto e inquietud en el lector.



miércoles, 3 de noviembre de 2010

Cuentos Fantásticos Finales


A disfrutar de la lectura de los Cuentos Fantásticos de Sextooó 2010 !!!

26 comentarios:

  1. El Anillo
    Escrito por Julieta

    Camila era una chica a la que le encantaban los anillos, al igual que a su mejor amiga Manuela.
    Las dos se morían por anillos rosa, violeta, azul, amarillo, con perla, con diamantes, más resumido, con lo que sea.
    Ellas iban juntas a la escuela y eran inseparables pero no tenían muchos amigos que digamos.
    Ya faltaban pocos días para el cumple de Manu y Cami, todavía, no sabía qué regalarle hasta que se le ocurrió una idea. Comprarle un secador de pelo.
    Ella necesitaba un secador de pelo para arreglarse su perfecto flequillo que, como siempre, le tapaba su vista.
    El punto es que ella todas las mañanas tenía que levantarse de su cama e ir al cuarto en donde dormían sus papás para, en silencio y sin que ninguno de los dos se despertara, entrar a su baño con una puerta que rechinaba mucho y agarrar el secador de su mamá, quien no era una de las personas más amables del mundo con ella.
    Ya era la mañana del viernes y, aunque ustedes no lo crean, Cami ya estaba despierta desde las cinco de la madrugada haciendo un lindo moño para su regalo que ya estaba envuelto en un paquete de ositos que había salido a comprar la tarde anterior, mientras Manu estaba inflando globos de colores para la fiesta en su casa.
    Apenas llegaros a la escuela, Cami salió volando y le saltó encima gritándole feliz cumpleaños hasta que Manu se quedó sin aire. Cuando se bajó de su flaco cuerpo, Manu, que seguía escuchando a pesar de todos los gritos que le había regalado la amiga, le contó que sus padres le habían regalado un anillo. Pero no un anillo cualquiera, este era especial.
    Sus papás le habían contado que a ese anillo, el cual habían comprado en Japón, le podía pedir tres deseos. También le mencionó a su amiga que ya había pedido uno a la mañana.
    El primer deseo había sido que ese día de cumpleaños tenga la mejor fiesta de su vida, y por ahora parecía que estaba por cumplirse.
    El segundo lo pidió al mediodía, mientras comían en la escuela junto a su amiga.
    - Deseo que me traigan una rica comida- dijo Manu.
    Fue impresionante ver cómo su sopa de verduras se convertía en milanesa con papas fritas. Las dos se miraron con cara de sorprendidas.
    Ya había pasado la tarde cuando Cami llamó a Manu un tanto angustiada para decirle que se había peleado con sus papás porque no le creían que su amiga tenía un anillo con poderes y la trataban de loca.
    Lo más raro fue que Manu también se había peleado con sus papás porque le decían que estaba obsesionada con el anillo y los deseos del mismo.
    En ese mismo momento, las dos estaban tan enojadas que Manuela pensó en pedir el tercer deseo que, rápidamente, Camila aceptó.
    Pasado el rato, los padres de las dos fueron a buscar a cada una para hablar con ellas y disculparse por los enojos pero ya era tarde, cuando llegaron, sus hijas ya no estaban.

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  2. El reloj de oro
    Escrito por Miki


    Giraba y giraba. Las exóticas y coloridas copas de los árboles se veían borrosas. Al mirar hacia abajo apareció una vieja e interminable escalera...

    Corría, corría sin parar, como si me persiguieran algo, pero igualmente lo hacía...

    Doblé, frente a mis ojos apareció una enorme y excéntrica puerta, la abrí, metí lentamente la cabeza en su interior, la habitación estaba a oscuras, aunque se notaba que era enorme. Al poner un pie en la habitación la gran y pesada puerta de roble se cerró con un estruendoso ruido, me quedé a ciegas.

    Desde el fondo se escuchó un tenue ruido como metal chocando contra metal. Me desesperé, me aferré a algo que encontré en mi camino. El ruido cada vez se hacía más fuerte, eran como pisadas de metal que se acercaban constantemente. De repente las pisadas cesaron, parecía que "él", eso algo extraño, había desaparecido; PERO NO, yo y sólo yo sabía que él seguía allí, observándome, con sus penetrantes ojos y su inquietante respiración.

    Al fijar la vista, observé una extraña sombra, como una armadura, se acercó, se acercó lentamente, me miró a los ojos, cuando parecía que iba a decir algo...; LUUCCAASS!!!

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  3. El Jarrón

    A mi admirado Hoffman.
    A Alba y Alejandro por las lecturas compartidas.
    A mis fieles canes Lana y Mora.
    Escrito por Quimey

    1: Danirod.

    Su reconocido apellido alemán era apreciado por todos. Drosselmeier era un hombre tacaño y su palidez hacía recordar a las nieves del Ártico. Sus ojos marrones parecían vacíos, su piel era gélida, sus piernas, largas. Sólo caminaba hasta el banco de la esquina, su banco: “El banco nacional Drosselmeier” donde todas las personas reconocidas depositaban su dinero. Vivía en su mansión con su esposa Dalila y su bebé de tres meses: Calebrio. Dalila era muy bella y tenía una gata, Magdalena, color café con leche.
    Dalila, Calebrio y Magdalena se fueron de viaje a Italia.
    El banco cerró por una razón para mí desconocida (pero ésta no importa). Luego de perder el banco, Danirod (Drosselmeier) perdió a sus “amigos” que no lo ayudaron. Por último no tuvo mansión y empezó a vivir en la calle; dormía en las esquinas y comía lo que encontraba.
    Una luminosa mañana otoñal, en la que el sol brillaba fogoso en el horizonte, lo encontró. Danirod estaba revolviendo la basura cuando divisó un jarrón ocre entre una cáscara de banana podrida y un cartón para poner frutas. En él se veían las siguientes inscripciones: “Camina hasta Ciudad Azul”. Danirod se preguntó si ir o no pero… ¿Qué perdería? Y luego se encaminó para el lugar indicado.

    2: En la Ciudad Azul.

    Caminó, caminó y caminó, días y días, noches y noches y al fin llegó.
    ¡PERO QUÉ BIENVENIDA! Un perro negro y famélico salió corriendo y a Danirod le costó mucho tiempo recobrarse de tamaño susto. Luego de calmarse, miró el jarrón inquisitivamente. En él se leía: “Vé al “Valle de los Montaraces””. Y obedeció.

    3: En el Valle.

    Allí observó una nueva inscripción: “Cuando encuentres la hilera de piedras agarra la número cien”. Pero el valle entero estaba surcado por una gigantesca hilera de miles de piedras y casi se rindió, pero testarudo como era contó piedra por piedra hasta llegar a la indicada, en ésta se leía: “Si bueno y generoso quieres ser, ni tacaño ni perverso tienes que vivir. El perro negro es un ejemplo de generosidad ya que famélico es, por ceder el alimento a sus pares”. Danirod se tocó la barbilla y se sumió en un profundo sueño.

    FIN

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  4. Traspasando Recuerdos añorados
    Escrito por Sol S.

    Cosas como ilusiones, deseos, recuerdos o simplemente momentos esperados por alguna razón imaginaria que, por lo menos, pretenden verse mentalmente, y se llaman pensamientos. Aunque no te des cuenta vienen a tu cabeza inconscientemente pero sólo si somos algo maduros porque, lamentablemente, aunque uno no lo crea, no siempre se llega a cumplir… Ves la parte de la realidad que nunca se quiere afrontar, por eso está la gente que prefiere a sus pensamientos dentro de sí mismo, y ese tipo de personas no queda satisfecho con lo que imagina o recuerda, porque no siempre son cosas lindas. Tal vez es porque se sobrepasa del tema “realidad” haciendo una novela de cada situación o sino porque no ven más allá de lo real.
    Mi problema es que no sé si me hago la novela por todo o si nada más me centro en lo que de verdad puede pasar, y mi duda está porque cada cosa que me aparece en la cabeza irrumpe mi felicidad y me pone tan mal que me olvido de las cosas buenas que hay. Tampoco quiero consultarlo con nadie porque pueden llegar a pensar que soy un loco. Aunque si voy a un psicólogo me va a dejar en claro que no es un tema posible a trabajar, o por lo menos eso pienso yo.
    Esta situación que me imagino porque me la veo venir, es un ejemplo a lo que dije antes. Con predicciones que no siempre son lindas pero sí reales. Y mientras me voy encerrando en lo que no se quiere, voy creando mi poca fe para esto…
    Hoy pensé alguna manera de sacar mis destellos porque quería vivirlos, tener alguna experiencia que contar después, pero no en voz alta porque además me daría vergüenza, sino que escribir sería mi opción y luego mostrarlo para ver la respuesta que me da otro punto de vista.
    Solté la pava del mate que irrumpió mis pensamientos en plena cocina e hizo un ruido estruendoso contra la hornalla, a la cual de inmediato tuve que apagarle el fuego porque me había quemado, y con la poca agua no derramada me alcanzó para cubrir un cuarto exacto del termo. El mate ya lo tenía preparado por lo que fui corriendo a agarrar el cuadernillo de mi mesa de luz que estaba acompañado con una lapicera adentro. Me encaminé de nuevo a la cocina y empecé a escribir cada detalle del eco del recuerdo – fue exactamente como hace treinta y nueve años atrás- sobre el milagro de mi hija…

    “Samantha volvía del colegio una tarde de invierno en el que las hojas volaban en desamparo para aterrizar hacia cualquier lugar desconocido, mientras que buscaban su propia y maligna personalidad tratando de pegarte en alguna parte al descubierto, con tan sólo la vana intención de hacerte la más mínima marquita.
    Ella entró en la casa pero no saludó, tiró sus cosas sobre el sillón del living y se dirigió cubriéndose la cara hasta su cuarto en el que, inmediatamente, se tumbó sobre la mullida cama, y tapando su delicada frente con su esquelética mano demostró una faquir figura de una inocente niñita con pelos enmarañados después de una tormenta, aparentando cientos de ovillos de lana que en realidad habían sido bien peinados por la mañana.
    Caminé lento hacia ella, porque en realidad la había estado observando todo el tiempo, y coloqué mi mano en el lugar que sin palabras había demostrado cierta incomodidad… Estaba caliente, muy caliente, demasiado caliente a diferencia del clima marginal, por lo que llamó mi atención y llamé de inmediato a un médico. Él nos dijo que era algo normal por el momento, aunque no había nada que hacer más que esperar un milagro de sanación…
    El milagro llegó en, ni más ni menos, una semana, la cual fue muy dura para Samantha ya que en el medio le dio un dolor insoportable en las articulaciones de la mandíbula. Recuerdo que mencionó algo así como si se asemejara a un dolor de oídos en otra parte del cuerpo.
    Cuando el médico volvió no lo podía creer. Nadie se zafaba de eso en aquellas épocas, y su emoción le hizo soltar un par de conmovientes lágrimas.”

    ...

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  5. Continuación...
    Escrito por Sol S.

    Leerlo, leerlo y leerlo, es lo único que hago en este momento. Cada palabra me llena de conmoción y alegría, es más, ¡lloro!
    Era el hombre más feliz y en eso no había duda… aunque el maldito teléfono quebró algo en mí dejando en mil añicos mi felicidad, acompañado por un trueno desde el cielo que dejó el clima como ese día.
    Ya nada importa, ni la salvación de mi hija o la escritura recién leída. Ahora era el teléfono que no deja de retumbar en toda la maldita casa y encima es la una y cuarto de la noche. ¡Qué gente más desubicada! Mientras que aún más truenos lo acompañaban, esta escena empieza a ponerme nervioso y parece como sacada de un libro caótico. Pero sin más, atiendo finalmente.

    -¿Hola?
    -Sí, Sr. Waile, queremos informarle que esta tarde su hija llegó al hospital con una fiebre fantasmal, por lo que nos llamó la atención, aunque después subió y se convirtió en una diferencia abismal. Después reclamó que le dolían las articulaciones por lo que le sacamos una placa y tenía cáncer en ese lugar. Cuando volvimos a la habitación para entregar la evidencia en radiografía ya estaba muerta. La persona que estaba con ella dijo que ya había tenido lo mismo antes pero se había salvado de milagro… bueno, creo que eso es todo. Hasta pronto y gracias por su atención.-

    Dejé caer el teléfono sobre el sillón, acompañado con una lágrima mía en el, semejante a la lágrima del médico derramada aquella vez, aunque ésta provocada por una mala conmoción, apenas había escuchado recitar al señor sus últimas palabras, pero eso ya no importaba.
    Fue ahí cuando me di cuenta que el buen momento que estaba pasando antes se arruinó en un simple rato, cosa que pasaba en mis pensamientos.
    Al principio, yo me acordé de la gente inmadura que quiere que salgan sus pensamientos para afuera.
    Esta vez yo lo había escrito y había salido. Todo volvía a ser tal cual lo fue antes, pero sin milagro en mano, ahora el “milagro” se había desvanecido.

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  6. Las cartas de Alma
    Escrito por Catalina

    Mi mejor amiga Alma es una chica muy simpática, con un gran sentido del humor. Su piel blanca como el papel, sus ojos verdes como las hojas recién brotadas y su pelo rubio como el oro. Una chica sencilla y buena, que le encantan las cosas mágicas y los juegos de mesa. Siempre quería tener una historia mágica para contar sobre algo, siempre lo esperaba y nunca lo conseguía.
    Su tía Clariz le regaló un mazo de cartas. Su funda era de color negro con un agujero en el medio del tamaño de los símbolos que estaban impresos en las cartas, para así poder verlos sin abrir la funda. Las cartas estaban plastificadas y nuevas. La cara de sorpresa de Alma, la desesperación y ansiedad por verlas la comía por dentro. Cuando las abre, no eran cartas cualesquiera, eran cartas con símbolos diferentes, todos coloridos y mágicos. A Alma lo primero que se le ocurrió fue correr a usarlas, ir a un casino a demostrar sus habilidades con sus cartas.
    Yo escuché su llamada desde el teléfono de mi casa, atendí y me dijo que ya me quería ver en su casa para ir al casino. Fui y, apenas llegué, ella agarró su abrigo violeta, se puso su gorro amarillo, me tomó de la mano y me arrastró hacia el casino, sin palabras. Cuando llegamos estaba asombrada y me dijo que era muy lindo y se quedó mirando los faroles brillantes que tenía. Luego habló con el encargado y le pidió unos segundos para mostrarle su habilidad en el póker. El hombre, en cambio, le pidió que haga un truco de magia, pero ella no sabía hacerlos. Sin esperanzas, agarró el mazo y le pidió al encargado que agarre una carta, que la mire y que la meta en cualquier lugar del mazo. Él repitió esos pasos, y ella golpeó el mazo tres veces, esperando que algo la ayudase. Vio como el portero abría los ojos grandes y sorprendidos. Ella le preguntó qué era lo que pasaba y él tartamudeando le dijo que ésa era la carta que él había elegido! Alma miró hacia ambos lados y vio la carta que él había elegido pegada en la camiseta del jefe. Evidentemente era algo muy extraño. El portero le pidió otro truco, sin dejarla hablar.
    Nuevamente agarró el mazo y le dijo que escriba algo con su dedo índice en una de las cartas y que después iba a salir proyectado en la anterior carta que había elegido y eso fue lo que sucedió. Ella empezó a sentir que tenía algo poderoso en sus manos.
    Siguió yendo al casino todas las noches y, cuando pasó el tiempo, se empezó a aburrir de hacer esta misma rutina todos los días, entonces dejó las cartas a un lado de su escritorio y de repente, las cartas se pegaron a su cuerpo.
    De pronto empezó a tenerles miedo y buscó el paquete en el que venían. Cuando lo encontró leyó que se llamaban: “LCV CARTAS MAGICAS”. No entendía nada. Se le ocurrió llamarme, yo fui de inmediato.
    Por lo que me contó empecé a investigar. Con el paso de unas horas encontré una posible respuesta. El nombre significaba “Local Cartas Vendedor”.
    Fuimos juntas al lado de la sala de póker del casino, le preguntamos de qué manera nos podíamos deshacer de esas cartas, y el vendedor con facilidad dijo: devuélvanlas. Nosotras le explicamos la historia, él dijo: -¡uy!… justo compraron unas cartas mágicas valiosas y encima baratas- sarcásticamente.
    Se las dimos pero Alma le advirtió que ni bien las agarrase, por unos minutos, las cartas volverían con ella. El vendedor dijo de nuevo sarcásticamente que las cartas iban a volver a ella porque la querían.
    Estuvimos un rato esperando y las cartas ni se movieron. Él, desesperado, dijo que nos vayamos que tenía que ‘’cocinar’’. Alma y yo no le creímos y nos pusimos al lado del local.
    Él tocó las cartas un poco y, como sacándose de encima algo, cerró el local para siempre. Nadie supo más nada sobre él, pero nosotras estábamos felices de tener una historia para contar.

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  7. Conexión con el mundo exterior
    Escrito por Josefina

    En la calle Nueva York, al 2563 vivía Pepa. Aquella chica joven y muy bonita, extraña en verdad pero en fin un verdadero primor, vivía tranquila, pasivamente y muy feliz con su marido Alfio hasta aquel verano del 56. En ese año Alfio muere dejando a su mujer viuda y solitaria, más de lo ya que lo era.
    La vida de Pepa cambio totalmente. Desde ese entonces, Pepa, hasta ahora, casi ya en su edad de oro, se pasa la última etapa de su vida sentada todas las tardes adentro de su casa observando las profundidades de su amplio y oscuro jardín , pero... ¿qué es lo que ve realmente?. Nadie lo sabe.
    Casi siempre tiene alucinaciones con su marido pero nunca se supo concretamente a qué se refería. Ahora sigue allí como siempre. A las siete y media susurra su nombre, se levanta de su silla y se va, dejando una lágrima en el sillón.
    Una tarde de invierno, no sólo la escuchó toda la cuadra por haber hecho un griterío, sino que pasó algo muy extraño. Salió por la puerta delantera, en su mano derecha llevaba los huesos y en la mano izquierda la vestimenta antigua de su marido. Lo más extraño de todo fue que los huesos de este llevaban su antigua vestimenta puesta. Pepa gritaba sin un porqué fácil de entender. En ese mismo segundo se hizo una pausa de sus gritos. Y al instante Pepa cayó desplomándose junto con los restos de Alfio.
    Nunca se supo si la muerte de Pepa fue causada por el impacto al caer o por su euforia del momento.
    Pero lo que si se sabe es que, ahora, Pepa recuperó su felicidad descansando en el cielo, allí, con su marido.

    Fin

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  8. Barrio poco común
    Escrito por Marcos

    Es un cuarto pequeño; se puede ver una cama, una mesita con un velador, un mueble con un teléfono, unos pocos cuadros en la pared, una televisión y una computadora; un horno para cocinar. Si lo vemos de esta manera parece un cuarto amplio pero sólo es un pequeño departamento.
    En la computadora, un hombre y una mujer están buscando una casa más grande.
    – No, este es muy caro - dice el hombre.
    -¿Y ese?- pregunta la mujer entusiasmada y el hombre afligido remata: – Ese es demasiado grande –.
    La mujer cansada de intentos reclama: – ¡Jorge!, vos necesitás una casa más grande, no podés vivir acá. ¿Y ese de ahí?- dijo como último intento de conseguir una casa más amplia.
    Jorge recupera energía: – No, ¿Por qué no?, ¡sí! -
    La mujer dudosa: -¿Dónde es?- indaga impaciente.
    – Kíasar 2223 –
    La mujer convencida agrega: – ¡No!-
    El hombre la mira y se pregunta por qué después de fastidiar tanto por un nuevo hogar va a decir “no” tan rotundamente. - ¿Por qué “no”? –
    La mujer afligida asegura: - Es un barrio de locos donde los nuevos son mortificados hasta que se vuelven locos, se suicidan y no se sabe nada de ellos –
    Tratando de aguantar una carcajada el marido dice: -¿Me estás jodiendo? -
    Furiosa: – Con el tiempo ya lo vas a ver - y se retira sin nada más que decir.

    A la semana siguiente Jorge está en un taxi siguiendo a un camión de mudanzas. Llegando a su destino, -¿cuánto es?-, pregunta Jorge.
    -$12,50-
    Jorge, apurado, busca la plata y se la da –Sírvase-, y se baja del taxi.
    Después de unas horas todo parece estar acomodado para dormir esa noche. Sillones, cama, cocina, todo en su lugar.

    Al otro día sale a hacer compras. En un cruce se choca con un desconocido y le tira todo al suelo a un viejo con cara de enojado el cual le dice de inmediato: -¡Ahora lo levantas!-. Jorge asustado le responde: – Bueno, ya voy-.
    Se agacha y justo cuando está en el piso recolectando todo, el viejo dice riéndose: - ¡Deja, era una joda! Yo soy…-. En ese preciso instante se acerca un joven que dice: - él es el viejo de la esquina y yo soy Hernán –.
    -Mi nombre es Jorge, me mudé ayer y vine de compras para mi casa-.
    El viejo mira a Hernán, se toca la nariz y pregunta: -¿Cómo es tu casa?-
    Jorge responde animadamente: - ¡Ah!, las paredes son bordó, el piso tiene un alfombrado azul, es amplia…-. Un corte al relato es producido por el viejo de la esquina.
    -¿Podríamos verla?-
    Jorge responde confuso pero algo convencido: – ¡Sí, claro…! ¿Por qué no?-
    El viejo con una leve sonrisa en su rostro expresa: – ¡Bien! –.

    ...

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  9. Continuación...
    Barrio poco común
    Escrito por Marcos

    ...
    Pasado un rato están yendo juntos a la casa de Jorge. En la puerta, este busca las llaves. – Un momento- dice Jorge. Mientras sigue buscando, el viejo ya arto le pregunta -¿Ya te fijaste en el bolsillo de la izquierda?-.
    Jorge le responde inútilmente que no y finalmente encuentra sus llaves.
    Una vez dentro del nuevo hogar el viejo observa detenidamente todos los detalles de la casa Jorge.
    -¿Le ofrezco algo de beber?-.
    El viejo, sin dejar de observar muebles, cuadros, paredes y demás, – Una cerveza por favor – concluye.
    Jorge va a la cocina; mientras tanto el viejo le saca fotos a la casa. De repente se escucha un grito de Jorge desde la cocina: -¡Mira esto!-.
    El viejo va y mira una heladera con una foto de la Gioconda.
    -Es perfecta. ¿No es así?-.
    El viejo, con una mortífera expresión en su rostro: -Sí que lo es… Sí que lo es…-
    Jorge quedó algo sorprendido por la expresión del viejo.
    –Bueno… vamos a tomar la cerveza ¿dale?-
    El viejo repite mirando la heladera nuevamente: – Sí, claro…-.
    Jorge sale de la cocina primero y el viejo le toma una foto a la heladera y sigue los pasos de Jorge.
    Una vez en el sillón, el muchacho sirve la cerveza y el viejo le pregunta apurado: -¿Qué hora es?-.
    Jorge mira el reloj: - 4:15 ¿Por?-.
    El viejo se levanta del sillón y dice: –Me tengo que ir de inmediato-.
    El nuevo vecino, un tanto confundido, lo acompaña hasta la puerta, saluda al viejo y el viejo corre como loco; entra a la casa de Hernán, abre la puerta, se asoma, le grita a Hernán que tiene las fotos y se va tan rápido como había llegado. Hernán se sonríe y dice para sí mismo pero en voz alta: -¡Esto va a estar bueno!…-.

    Jorge continúa sorprendido y observa desde la puerta de su hogar a sus nuevos vecinos que han logrado intrigarlo. ¿Será un barrio de locos como el descripto por su esposa unos cuantos días antes?...

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  10. Una mirada vale más que mil palabras
    Escrito por Mica Luna

    Justo hoy tenía que ser el día del “canillita”… como no había diarios mi mamá estaba como loca sin poder desquitarse leyendo, algo que hacía comúnmente.

    Preguntarán porqué tanto alboroto. Es que, en este día, a cada rato se escuchaba un timbre que nos aturdía a todos y que sonaba en, absolutamente, toda la casa, producido por unos niños, no niños cualquiera, si no niños irritantes y molestos…por cierto, amigos de mi hermano que entraban sin ningún problema, subían la escalera y se instalaban en el cuarto de mi hermano y cada tanto se escuchaban unos gritos diciendo: “Cuando sea grande quiero ser como vos…”.

    Les cuento, me llamo Nehuel. Tengo descendientes Mapuches y Williches. Mi nombre, en ese idioma, significa “Ser Fuerte”... Nombre con el cual no me siento muy identificado. Tengo ocho años, me encanta leer, tengo un hermano de cuatro años del que ya les hable antes; una mamá y un papá… en fin, una familia como todos ustedes.
    Espero que sean datos suficientes para que, por lo menos tengan una idea de cómo soy.

    Este día, que ya se estaba poniendo demasiado molesto e intranquilo por tanto barullo, empezó a tener una parte buena cuando me surgió una idea que me iba a salvar. Me iba a hacer invisible… Sí, exacto, así como lo escucharon. Si pasaban tantas cosas en mi casa, que no tenían que ver conmigo, ¿por que no evitarlas?

    Me sentía raro, incomodo, como si un escalofrío me pasara por detrás repetida y continuamente.
    No quería estar más encerrado, con nadie alrededor, Ya ni siquiera quería estar conmigo mismo. (…) Pero me di cuenta de que no se puede estar solo… así que decidí ir a buscar a YANKA, mi vecina, mi amiga, que seguro me entendería y me ayudaría.
    Me llené de valor y salí a buscarla.
    Por suerte estaba cerca, porque yo ya empezaba a sentirme más raro aún.

    ...

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  11. Continuación...
    Una mirada vale más que mil palabras
    Escrito por Mica Luna

    ...
    Su casa era grande y linda, muy limpia y cuidada, con grandes plantas recubriéndola; selvática e inusual para este común y normal barrio.
    Ella también era de descendientes Mapuches y Williches. Su nombre significa “PERLA” tal como yo la veía. ¡Ella me gustaba!
    Tronó su potente timbre bañado en plata. Preguntaron quién se encontraba detrás de esa gran puerta, y respondí:
    - Nehuel -
    Amablemente escuche que se dirigían a la puerta, pero al abrirla, su mamá, Auca, se sorprendió y molesta, por ese juego infantil que tanto la sacaba de sus cabales, cerró la puerta de un golpe. Ahora el sorprendido era yo. ¿Por qué no me abriría?
    No me iba a rendir, yo quería hablar con Yanka y eso iba a hacer, así que toque el timbre nuevamente y su mamá volvió a cerrarme la puerta en la cara nuevamente. Este círculo vicioso se repitió unas cuantas veces, hasta que ya no me abrieron más y me dejaron del lado de afuera de la casa.
    Estaba desconcertado con su acción sin razón. Pero no me quería ir, estaba cansado pero no rendido, miré para arriba y observé el balcón de la habitación de Yanka. ¡Sí!... esa iba a ser mi “puerta”, mi forma de entrar.
    Trepé, rasgándome la ropa, y con un leve dolor en los tobillos pude llegar al final.
    Ahí estaba ella, tan linda como siempre, con sus rizos color café colgándole de la cabeza, con un mechón, cubriendo sus ojos verdes manzana, su nariz tan perfecta y delicada; tirada en su cama leyendo, si no me equivoco, su libro favorito: “Hansel y Gretel”.
    Abriendo la puerta muy despacio para no asustarla logré entrar. Al parecer ni notó mi presencia, por eso continúe caminando cautelosamente por el piso helado hasta que me descubrió. Pronto entendí que mi cuerpo era invisible y sólo un ser especial como Yanka podría acompañar a mi ser espiritual.
    Fue un momento inusual, con un hermoso juego de cálidas miradas. Nada más que eso, sin ningún tipo de ruidos.
    Ahí supe que ella me entendería, por su cara y su forma de reaccionar, son lo que la hacen tan peculiar.
    Un momento inolvidable…

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  12. Un futuro indeciso
    Escrito por Violeta

    Luciana era una chica muy solitaria, siempre estaba sola, su única amiga era Paula. Siempre estaba con ella o con su cuaderno donde se la pasaba escribiendo historias o cosas que le pasaban o que quería que le pasen.
    Ella era una chica alta, flaca y morocha.
    Un lunes, camino a la escuela como siempre, al llegar, comenzó a charlar con Paula sobre cosas que ya se habían contado más de 5 veces; hasta que comenzaron a venir otras chicas que a Luciana no le caían bien, en especial, Graciela.
    Graciela era la cancherita del grado. Para Luciana ella era una agrandada y presumida así que se fue para otra parte a escribir y, escribió, escribió y escribió, escribió hasta cansarse, escribió sobre Graciela y sobre cuánto la odiaba.
    Luego de toda una mañana en el colegio volvió a su casa y allí la estaban esperando sus padres con el almuerzo, pero no sólo la estaban esperando sus padres sino que también la estaban esperando sus tíos. Ellos no eran unos tíos cualquiera. Nunca había tenido una buena conexión con ellos, ni ellos con ella. Se odiaban mutuamente. Comieron, lo único que se escuchaba era el ruido de los cubiertos golpeando contra el plato con un ruido que rompía el silencio.
    Terminaron de comer y sus tíos le dijeron: - Nena, tenemos un regalo para vos-. Luciana estaba confundida y sorprendida pensaba, ¿por qué a mí me van a regalar algo?; si a mi, me odian. Pero se hizo la buenita y aceptó el regalo agradeciéndolo cortésmente y corrió a su habitación para abrirlo. Llegó a su cuarto que estaba en el primer piso y rompió el paquete apresuradamente para ver qué le habían regalado. Estaba desesperada por ver qué era. Logró abrirlo y se encantó con el regalo. Era una lapicera, una de la mejor calidad y fue una casualidad que a su lapicera vieja se le había acabado la tinta, de tanto que había escrito. Bajó y le agradeció a sus tíos que la miraban con cara de satisfacción.

    ...

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  13. Continuación...
    Un futuro indeciso
    Escrito por Violeta

    ...
    Esa misma noche comenzó a escribir con la mismísima lapicera que le habían regalado. Escribió sobre la escuela en la cual a la mañana siguiente tenía un examen de lengua. Escribió que su maestra de lengua se enfermera o tuviera alguna razón por la cual no pueda ir al colegio ya que ella no había estudiado y no deseaba hacer el examen.
    A la mañana siguiente, cuando llegó al colegio tuvo la noticia de que la maestra tenía fiebre y no había podido ir al colegio, tal cual como Luciana lo había escrito en su deseo del día anterior.
    Pasaron días y días y seguía pasando lo mismo. Lo que escribía con su lapicera, parecía cumplirse de inmediato.
    Tenía un testigo de lo que pasaba. Paula la había visto escribir y había comprobado cómo se cumplía lo escrito. ¡Era sorprendente!
    A la semana siguiente había tenido una fuerte discusión con Graciela, la cancherita, porque Graciela le había dicho que no tenía amigos y que ningún chico le daba bola y que iba a estar sola por siempre. Lo que interrumpió la discusión fue la campana que, de inmediato, hizo que todos vayan a sus clases. Entró al aula y se sentó en su banco furiosa. En ese momento, la única imagen que se le pasaba por la cabeza era la extraordinaria birome color rojo fuerte, con raras escrituras negras alrededor de ella que la hacía aún más admirable.
    Sólo en eso estuvo pensando e imaginando toda la clase hasta que su gran burbuja de pensamiento fue interrumpida por el timbre. Ahí se dio cuenta de que seguía en la escuela y que Graciela también estaba allí. Nuevamente furiosa salió del aula y con la misma furia llegó a su casa.
    Corrió a su dormitorio, lo único que quería hacer era abrir el cuaderno y escribir con esa maravillosa lapicera, pero esa vez no pensó antes de escribir, estaba tan furiosa que no tuvo conciencia de lo que hacía pero, recién se dio cuenta a la mañana siguiente cuando les anunciaron que Graciela estaba muy grave. Estaba en coma y que lo más probable era que muriera pronto. Nadie sabía por qué. Lo único que se sabía era que todo ocurrió en un instante.

    Pasaron meses y a Luciana la comía la culpa por dentro. Después de meses de tortura para Luciana le informaron que Graciela había muerto y fue cuando Luciana no resistió más, llegó a su casa y escribió con lágrimas en los ojos todo lo que pudo con esa magnífica lapicera.
    A la mañana, como cada día, la mamá fue a despertarla pero cuando entro a su habitación la encontró muerta y con la lapicera en su pálida y débil mano.

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  14. Condena perpetua
    Escrito por Sol A.

    María era una chica como todas las chicas de su edad. Iba a los bailes del colegio, estudiaba mucho y era muy linda. Ella siguió siendo así hasta que un día se equivocó cuando compró, en una venta de garaje, un diario íntimo.
    El diario íntimo era viejo, las páginas estaban arrugadas, pero era zafable.
    A mí, cuando vi el diario me pareció medio raro, porque era viejo, como si estuviera ocultando algo, pero no se lo dije a María. Ella me contó que en él escribía todo y que el diario le respondía lo que ella escribía; yo pensé que se estaba volviendo loca, que lo estaba imaginando; pero un día me lo mostró, era cierto, la que me estaba volviendo loca era yo. Inmediatamente lo cerré, sentí un escalofrío en el cuerpo, sentía que alguien estaba al lado mío, escribiendo en el diario íntimo, pero no había nadie, y si lo había era invisible.

    Pasaron los meses y María me seguía contando todo lo que el diario le escribía, hasta que un día, en un recreo, fue más temprano al aula para escribirle al diario lo que le había pasado a la mañana con sus padres.
    En cuanto entré al aula, María no estaba pero encontré tirado abajo de su banco el diario, no me preocupé mucho de que no estuviera en el aula en ese momento pero sí después porque no había, en ningún momento, entrado a la clase.
    En el segundo recreo la fui a buscar por toda la escuela pero no la encontré. Se lo tuve que decir a la directora. Todos los maestros empezaron a buscarla pero nadie la encontró. Yo, mientras todos la buscaban, estaba llorando porque era mi mejor amiga y no la quería perder. Me estaba preocupando de verdad.
    La directora tuvo la obligación de llamar a los padres y a la policía.

    Pasaron meses y meses y nadie encontró a María.
    Tiempo después, cuando los padres vinieron a buscar las cosas de María, me dieron el diario de ella para que me lo quedara de recuerdo.
    Cuando lo abrí en mi casa, apreció un dibujo grande de ella asustada. Le pregunte al diario qué le había hecho y él me respondió que él se apoderaría del alma de todo aquel que se animara a usar el diario y dejaría un dibujo perfecto de su cuerpo como recuerdo.

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  15. Un auto despiadado
    Escrito por Juan


    En un pueblo chico, hace un par de años, un adolescente estaba recostado sobre su cama, saturado por la semana en la secundaria.
    Era viernes y hacía mucho calor.
    El adolescente de nombre Tomás se fue a bañar para bajar la temperatura de su cuerpo. Apenas terminó fue rápido a su cuarto. Había escuchado algo extraño, un tiro quizás u otra cosa pero poco le importó porque cuando miró por la ventana no vio absolutamente nada. Después de echar un vistazo se cambio con ropa rara. Zapatillas con punta redonda de color verde fosforescente, un short blanco, una remera rosa, gorra y unos collares con signos raros e indescifrables. Al parecer le gustaba llamar la atención.
    Cuando bajó atolondradamente por la escalera se tropezó por culpa de los cordones enroscados y desatados de las zapatillas y cayó fuertemente. De todas formas, se levantó rápido para no despertar a sus abuelos que estaban descansando en la pieza de huéspedes.
    Ante de salir de su casa, como siempre, agarró su skate que estaba al lado de la puerta de calle.
    Cuando salió de su casa fue a tocarle timbre a la casa del mejor amigo para salir a andar en skate al parque. Este amigo salió muy rápido con su skate también en la mano.

    Anduvieron horas hasta que el amigo se cansó y se fue porque se estaba haciendo de noche y no lo dejaban volver tarde sus papás, en cambio, a Tomás no le molestaba volver tarde ya que sus papás lo trataban re mal y el no los quería ni ver y muchos menos hacerles caso.
    Tomás deambuló un par de horas hasta la 1 AM. Luego de haberse quedado un rato observando sin pensar un auto estacionado, se refugio en un bar hasta las 4 AM. Lo tuvieron que sacar porque ya cerraban y él no se podía quedar ahí.
    Deambuló unas horas más en su skate pero de pronto escuchó un ruido que llamó su atención. Sorprendido se dio cuenta que aquel ruido extraño era el mismo que había escuchado en la mañana pero esta vez pudo identificar que no era un tiro sino un motor… Al levantar la mirada se encontró con un auto, al parecer despiadado, que hacía sonar su motor pero no había nadie en su interior.

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  16. UN DÍA DEL AMIGO
    Escrito por Guido

    Sí, soy un cucú. Mi misión es dar la hora, cada media hora CU-CÚ!!!!!!! CU CÚ!!!!!!!!!. ¿Pero acaso creen que es lo único que sé hacer?. No, amigos, soy un Cu Cu escritor. Claro, trabajo las 24 hs, pero cada media hora, eso me da la posibilidad de escuchar, observar y luego escribir todo lo que sucede en mi casa desde hace 5 años, la casa de Hernán, y en el lugar más estratégico de la casa, en el corredor que comunica el living con la cocina. Con vista panorámica de ambos lugares.
    La historia que les narraré es una de las más curiosas que pude vivir desde que estoy aquí.
    Era un 20 de julio, como todos saben, el día del amigo. Muchos llamados y muchas invitaciones. Hernán saludó a todos sus amigos y decidió invitar a los 4 más íntimos al festejo en su departamento: Florencia, Federico, Gonzalo y Catalina.
    Acordaron que esa noche se encontrarían en lo de Hernán a las 20:30. Cada uno llevaría algo de comer y bebida para compartir. Florencia y Catalina se ocuparían de las pizzas, Federico de los sándwiches, Hernán de las gaseosas y Gonza de las cervezas.
    Llegó la hora, todos se abrazaron y saludaron, se felicitaron y empezó la fiesta, las charlas y también la hora de compartir lo que habían llevado de comer y de beber.
    Las pizzas parecían exquisitas, empezaron a tomar gaseosas, y luego Gonza pidió por ¡cerveza! Todos estuvieron de acuerdo y fue Gonzalo el encargado de ir a buscarlas a la cocina.
    Gonzalo se demoraba demasiado, Hernán decidió ir a buscarlo…los demás seguían charlando y comiendo en el living, cuando escucharon los gritos de Hernán que los llamaba. Ninguno podía creer lo que estaba viendo: Gonzalo hablaba en otros idiomas desconocidos, sus ojos estaban en blanco y bailaba descontroladamente. Había cerveza derramada en el piso de la cocina. Los amigos con mucho esfuerzo trataron de sacar a Gonzalo de la cocina y lo llevaron al living para que se sentara. De a poco Gonzalo se fue calmando y hablando normalmente, pero nunca pudo recordar qué fue lo que le pasó en la cocina.
    Mientras tanto nadie se había dado cuenta que Hernán no había vuelto de la cocina y Florencia lo fue a buscar y lo encontró saltando y haciendo piruetas, las cuales ni un acróbata profesional podría lograr aunque hubiese ensayado una semana.
    Al salir de la cocina nadie supo qué le estaba pasando. Ni siquiera Hernán se acordaba de lo que le había pasado.
    En ese momento a Florencia se le ocurrió una idea, que todos fueran juntos a la cocina para averiguar qué pasaba y entonces se tomaron de las manos y fueron.
    La música se escuchaba muy fuerte en el edificio. Golpes y gritos. La fiesta se estaba extendiendo demasiado, pensó Máximo, el Encargado. Los vecinos protestaban, golpeaban la puerta de Hernán pero nadie salía, y la música y los ruidos eran cada vez más fuertes.
    Según lo que escuché, Máximo fue a buscar la llave maestra y abrió la puerta del departamento de Hernán. Cerveza desparramada por todo el piso, y 5 amigos hablando en idiomas extraños, saltando, haciendo piruetas y bailando locamente fue lo que vieron Máximo y los vecinos. Nadie podía entender qué pasaba.
    Yo les puedo decir que se sumaron más vecinos a la extraña fiesta, todos los que pisaban la cerveza derramada en el piso se comportaban de manera extraña. ¿Pero cómo había llegado a volcarse tanta cerveza en el piso? ¿Cómo salió la cerveza de la heladera? ¿Qué componente tenía la cerveza que provocaba tanto alboroto en aquellos que la pisaban?
    Mi posición estratégica me permitió ver todo, saber todo, pero… eso se los voy a contar en otro momento. Son las 18:59, faltan veinte segundos, faltan diez, faltan cinco, cuatro, tres, dos, uno CU CUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!!!!!!!

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  17. LA CASA
    Escrito por Ignacio

    Como todos saben, los humanos comentan entre ellos, que nosotras somos asquerosas. Eso puede ser. Pero las ratas sabemos espiar. Nosotras somos expertas en eso. Las ratas están en muchos lados, pero especialmente en las casas. Aunque no en cualquier casas sino en las casas sucias.
    Yo estuve en una de esas casas, que acumulan basura en los rincones, al igual que las telarañas. Esa casa en la que yo estuve presente era gigantesca. Podría decirse que era una mansión. Esa casa estaba aislada de cualquier otra casa. Se ubicaba cerca de una selva. La cual se describía como cualquiera otra selva. Esta poseía una cantidad numerosa de enormes árboles, mucha vegetación desconocida y mucha fauna diversa.
    Tenía rejas altísimas, que alcanzaban la altura de 5 metros. En la parte frontal, había un lago sucio, lleno de ramas flotando que habían caído de los árboles por el soplar del viento. Allí habitaban los cuervos. En la parte trasera de la casa había un cementerio. Esa era la parte que más se ocupaba cada vez que una familia visitaba este lugar. Pero eso sucedía rara vez.
    Si mi horrible y mala memoria no me falla, la última vez que una familia ha venido la casa fue el día más aterrador de todos y aquí es donde comienza la historia que les tengo que contar.

    Era un día lluvioso, muy nublado. Una de esas lluvias, en las que caen gotas muy, muy finitas. Cuando llegó esta familia, en su auto gris, muy lujoso, me asusté porque, hasta ese momento, hacía mucho tiempo que nadie visitaba la casa frecuentemente. Me fui para adentro para secarme un poco.
    Cuando ellos ingresaron, estaban sorprendidos y con sus bocas abiertas. Me hubiera encantado poder saludarlos con los brazos abiertos, pero no podía hacerlo. En fin, era una pareja con dos hijos. Estaban vestidos muy elegantes, los chicos más formales, eran una nena y un nene. El nene tenía cara de asustado, porque había visto un candelabro y juró ver que las velas se habían encendido de repente sin que nadie lo hubiera hecho. "Hay algo raro en esta casa," dijo muy nervioso. Ni bien terminó de decir eso, se
    fue con sus papás y su hermana a cenar porque era muy tarde. Luego supe que su nombre era John.
    Fue una cena tranquila, en un comedor enorme, con muchos candelabros, grandes ventanas y una gran chimenea, que daba un gran calor a la sala, era una noche muy fría, corría el año 1963.-
    Luego de la cena, se dirigieron a sus habitaciones para descansar después de un viaje agotador.
    Según cuentan mis antepasados, que en paz descansen, Steve Johonson, un rico y famoso de esa época, había vivido en esta casa, y un buen día desapareció dentro de la misma, en el segundo piso. Cuentan que cuando él entró en su habitación lo primero que dijo fue: - Esta habitación se parece a la de las escenas del crimen-, y así era. Pronto los chicos se acostaron y se durmieron muy rápidamente.
    El papá, Harry, era el que siempre se levantaba primero, a eso de las 6hs para ir a trabajar a su empresa, muy conocida en esa época.
    Se vistió y, cuando estaba preparando su bolso, escuchó un ruido muy fuerte pero no le dio importancia, siempre había ruidos de madera crujiendo.
    Saludó a sus hijos como de costumbre y cuando fue a saludar a su esposa, ella no estaba en su cuarto. Pensó que se había levantado, entonces se dirigió a la cocina, y cuando pasó por allí vio a sus hijos y a su esposa sentados en sillas. Parecían hipnotizados o dormidos, pero cuando él entró a la habitación, para despertarlos, las sillas se movieron y... sorprendentemente observó que estaban flotando. Harry los miró asombrado.
    Atravesaron la pared y se dirigieron hacia el cementerio, fueron descendiendo y se enterraron en la tierra. En las lápidas tenían escritos los nombres de ellos, o sea, John, Mary y Elizabeth.
    Él, solitario, lloró enloquecido y un poco confundido. No podía comprender cómo desaparecieron estas personas, a las que no volvería a ver nunca más.

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  18. Un perro especial
    Escrito por Franco

    Una tarde yo jugaba un amistoso de tenis en mi club, y uno de mis compañeros me avisó que en un mes iba a haber un torneo de dobles, y me preguntó si pensaba participar, yo le contesté que no tenía pareja, pero Juan me contestó que todavía tenía tiempo para encontrar a alguien.
    Al día siguiente, mientras jugaba al paredón, me encontré con un perro que parecía abandonado, lo adopté y le enseñé a hacer trucos. Era un perro muy inteligente y cariñoso.
    Se acercaba la fecha del torneo y yo estaba preocupado porque no encontraba con quién poder participar, y encima los demás participantes eran excelentes jugadores.
    Una mañana me levanté y se me ocurrió ir al patio, ¡No podía creer lo que estaba viendo!, mi perro, al que le había puesto de nombre Tobías, estaba jugando al tenis. Creo que al verme jugar aprendió, encima cuando me acerqué, comenzó a hablarme, me decía que desde cachorrito le gustaba el tenis. Yo aproveché y le conté lo del torneo y le pregunté si se animaba a jugar conmigo.
    Cuando llegó el día del torneo, nos tomamos un taxi y nos fuimos al club. Yo estaba muy nervioso, pero estaba casi seguro de que íbamos a ganar.
    Cuando entramos a la cancha, mi perro y yo jugamos el mejor partido de la historia, y la gente muy curiosa no podía creer como jugaba mi mascota.

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  19. El niño llorando
    Escrito por Gastón

    Martes trece, mi mamá tenía cáncer hacía dos años y yo seguía con la esperanza de que mi mamá se curaría pronto.
    Mi nombre es Jimmy. Tengo nueve años y en poco tiempo diez.
    -¿Qué es ese ruido?- preguntó mi mama.
    -Es sólo el timbre- le respondí yo, acercándome a la puerta.
    Al abrir la puerta me encontré con dos hombres. Al decir verdad, los dos median la misma estatura y estaban vestidos con trajes de color negro. Al entrar miraron un poco la casa y me dijeron agarrándome el hombro: -Tu padre ha muerto. Chocó contra un Volkswagen en la ruta-.
    Se despidieron y yo les agradecí aunque ya estaba sumergido en una profunda angustia.
    Corrí a decirle a mi madre la terrible noticia, pero, de pronto se escuchó un ruido en la puerta de su habitación que me asustó. Con miedo la abrí de inmediato y me encontré con mi madre muerta al lado de la puerta. Era evidente que intentó salir de la habitación antes de caer. “¿Habrá escuchado la noticia que recibí sobre papá?” pensé.
    Me puse a correr por la ciudad buscando ayuda pero no encontré a nadie. Corría a la deriva y sin rumbo. Sudé mucho así que me senté en un banco. Cuando de repente un hombre vino y me dijo misteriosamente: -Ten esto Jimmy –. Me entregó una moneda y se fue misteriosamente como llegó. No tenía idea de quién era y una moneda de cinco centavos no serviría de mucho para calmar la angustia. Arrojé la moneda a una alcantarilla y deseé fuertemente estar con mi familia.
    Al otro día, sorpresivamente, estaba en un lugar blanco con mi familia al lado que me decía: -Hijo, te tenemos de nuevo-.
    Pronto me di cuenta de que era un sueño nada más y al despertar estaba en la banca solo y me dije a mí mismo: - Otra vez estoy sudando-, pero al tocarme no era sudor lo que tenía sino que era una lágrima que corría por mi rostro.

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  20. La isla loca
    Escrito por Francisco

    Estaba volando en una avioneta con mi compañero Esteban a una isla en Centro América, porque se decía que había esqueletos humanos y nos mandaron a investigar por nuestra profesión de arqueólogos.
    Cuando llegamos hacía 43 grados y no aguantábamos el calor. Era verdaderamente insoportable y hasta uno podía llegar a alucinar por el agotamiento.
    Al empezar la investigación encontramos que había huellas humanas. Las seguimos y llegamos a una cueva muy grande. Cuando entramos a la cueva había cosas dibujadas en la pared y en ese momento vi un dragón rojo de medio metro de altura que estaba volando por encima de mi cabeza. Pestañé y ya había desaparecido. Volví a pestañar y el dragón volvió a revolotear por mi alrededor. Prontamente salí corriendo de la cueva aterrado y Esteban, al oírme gritar, también corrió apresuradamente.
    Ya lejos del hallazgo, le pregunté a mi compañero de aventuras si él había visto también al dragón pero me dijo que no, aunque sí había visto algo moverse y no había podido descifrar de qué se trataba claramente.
    Al otro día quisimos volver para ver qué estaba pasando.
    En el camino, Esteban empezó a gritarle a la nada, sacó un cuchillo como intentando apuñalar a alguien. Al observar su desesperación, fui a ayudarlo pero antes de que le pudiera decir algo, me di cuenta de que ya estaba muerto.
    Salí corriendo para la avioneta y, una vez más, pude ver al dragón rojo que intentaba matarme como lo había hecho con mi amigo. Pronto agarré un palo y, con suerte, le pegué pero seguí corriendo.
    Cuando llegué a la avioneta, me subí, arranqué el motor y en unos minutos ya estaba en el aire de regreso a casa.
    Nunca pude contar cómo fue que Esteban murió porque en ese momento el dragón no se hizo visible a mis ojos como lo hizo en las oportunidades en que intentó acabar conmigo. Sólo pude ver a Esteban luchando con la nada y caer desvanecido en un instante.

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  21. La solitaria vida de un instrumento
    Escrito por Santi G.

    Acaban de hacerme. No entiendo nada. Gente extraña me mira y se fija si tengo defectos.
    ¿Dónde estoy? ¿Quién me fabricó?
    Me están poniendo las cuerdas. Tengo esa fuerte y molesta sensación de picazón en la clavija, no puedo rascarme. ¡Quiero rascarme! ¡Alguien rásqueme! Que lindas cuerdas, pero me sigue picando la clavija. ¡Ey! Vos, por favor, ráscame. ¡Ey! ¡No me ignores! ¡Préstame atención!
    No hay caso. ¿Adónde me llevan? ¿Qué pasa? No me metan en esa caja oscura. ¡No!
    ¡No quiero morir!... ¡U! y, es una caja bastante cómoda, toda llena de telgopor.
    ¡Ahhhhh…! ¡Qué rico!, me voy a dormir una siesta.
    Epa, estoy en una vidriera. ¿Qué es este lugar? ¿Un shopping? ¿Qué dice ahí? Devoto Shopping. A ver, necesito conocer mi territorio. Allá está el cine, ahí el patio de comidas, la librería, la heladería. ¡Ey! ¡Suéltame! ¿Quién sos?
    - Buenas tardes, mi nombre es Fernando ¿En qué los puedo ayudar?-
    - Hola, estamos buscando un bajo para mi hijo Joaquín-.
    - Bueno, este bajo cuesta 1500 pesos. ¿Lo quieres probar?-
    - Dale – contesta el adolescente.
    ¡Ey! ¿Por qué me agarras? ¡Suéltame! ¡No, las cuerdas no!, que me dan cosquillas… Oh, oh… ¡Ja ja ja ja ja ja! ¡Jua jua jua jua! Ji ji ji ja ja ja!....
    Ni se te ocurra volver a tocar “Smoke on the water” otra vez.
    ¿Me rascas la clavija? ¡Ey, ráscame la clavija! ¡Dios, no, no otra vez!
    - ¿Lo llevan?
    - Sí – contestó el padre.
    - ¡Qué piola este bajo! – dijo Joaquín.
    - Entonces, pueden pasarlo a buscar el viernes-.

    Ese viernes… Estuve toda la maldita semana sin poder rascarme.
    ¿Ese que viene ahí, no es el que me iba a comprar? Espero que lo sea, este lugar me aburre rotundamente.

    - Buenas tarde, vinimos por el bajo.
    - Ah, si, si, aquí está – contestó el vendedor Fernando.
    - ¿Cuánto me dijiste que salía? – preguntó el padre de Joaquín.
    - Cuesta 1500 pesos-.
    - ¿Vos eras Joaquín, no? – preguntó Fernando.
    - Sí – respondió el muchacho.

    Veinte minutos más tarde…
    ¡Llegamos! Al fin salí de ese Shopping.
    Me pica la clavija. ¡Ráscame Joaquín!
    ¡Ráscame! ¡Alguien rásqueme, por favor! ¡Ahhhhhhh! Ya pasó, ya pasó.
    Epa, mira esos perros. El más gordo creo que me va a comer. A ver, ahora estamos en el piso de arriba, entramos a un cuarto, me conectan a un amplificador y… ¡No! Va a tocar una canción… ¡No! ¡No lo aguantaría! ¡Mis cosquillas! Voy a cerrar los ojos para no sufrir tanto… ¡Auch! Eso me dolió más que hacerme cosquillas.
    - ¡Papá! El bajo hace un ruido raro cuando lo toco, escucha.
    No, no, no, no, no… ¡Auch! Me duele el micrófono.
    - Me parece que es el micrófono – dijo el padre – Hay que llevarlo a arreglar.

    Una semana después…
    Ese hombre me arregló bastante bien, ya no me duele nada.

    Al cabo de un año, al bajo Raúl le dejó de picar la clavija.
    Pasaron varios ordinarios y aburridos años antes de que Joaquín se tropiece con su bajo en la mano, y el pobre bajo se partió en dos. Y así, un solitario instrumento dejó su solitaria vida atrás, y su alma quedó a merced de lo que llamamos destino. Concluyendo una vida e iniciando otra.

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  22. Un recital loco
    Escrito por Juani

    Hola, yo soy Adam Hicks.
    El martes pasado, estaba andando en patineta en Liniers, cuando una multitud de gente estaba corriendo para ir a comprar las entradas de Ramírez y Jasón, que tocaban en el estadio River Plate.
    Yo me quería comprar una pero cuando fui no había más entradas. Con un golpe de suerte, al día siguiente encontré una entrada tirada en el piso y la agarré.
    Cuando fui al recital le di mi hallazgo al señor que verifica las entradas y me dejó pasar. Cuando empezó el recital salieron Jasón y Ramírez, empezaron a tocar algunos temas y después hicieron un descanso y siguieron tocando. Ambos cambiaron accesorios de sus instrumentos y empezaron a tocar cualquier cosa. La gente empezó a hablar entre ellos de porqué estaban tocaban tal mal. Cada vez era menos gente la que estaba, muchos se retiraron desilusionados. Al final del recital, el público que se había quedado, se fueron angustiados de lo mal que habían tocado.
    Al día siguiente los periodistas estaban en la puerta de la casa porque ellos eran un grupo muy famoso. Ellos mismos se preguntaban porqué habían tocado de esa manera y fue cuando decidieron ir a una tienda de instrumentos en la que habían comprado sus cosas, pero los encargados del local no sabían qué decirles. Cuando estaban por irse el vendedor les preguntó si querían que les venda unos instrumentos que no podían fallar y deslumbrarían con su uso al público. Jasón sorprendido y curioso le dijo que sí y comenzaron a explorar los instrumentos que el vendedor le ofrecía.
    Los probaron un rato y al tocarlos, los sonidos producidos eran verdaderamente mágicos. Finalmente los compraron y hablaron con un amigo para que les consiga hacer un nuevo recital. Le dijeron que necesitaban una nueva oportunidad en un recital en River para tocar y cautivar nuevamente a su público.
    Había una fecha disponible y ese amigo les preguntó si podían ese día.
    -Sí- contestó de inmediato Jasón.
    Cuando llegó el día del nuevo recital estaba la gente gritando a ver si lo podían hacer mejor que antes. Finalmente empezó el recital, la banda se lució con sus nuevos instrumentos y, al final, la prensa consideró a la banda como mejor banda de rock de toda la historia.

    Fin

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  23. Desapariciones
    Escrito por Camilo

    Una vez, en la casa de mis tíos, una casa gris y aburrida, yo jugaba con sus artilugios de la marina. Había maquetas de barcos como “Atlantis” y “Tinium”, uniformes, algunas balas gastadas, pero lo que más me impresionó fue el baúl de cartas que mi tía había enviado a mi tío durante su estancia en Hong Kong. Había millones de noticias periodísticas que traían escritas los resultados parciales de la guerra.

    -¡Lucaaaaaaas!- Gritó mi tío.

    Mientras me iba, noté que el diario que minutos antes yo había dejado no se encontraba en la mesa. En ese momento no me di cuenta de lo que estaba pasando, pero cuando fui afuera, además del frío habitual de un Ostende en invierno, sentí una extraña sensación en el pecho.
    Ellos no tenían a su hijo en casa. Luis, debía tener 25 o 26 años si no hubiese desaparecido.
    Ante esa extraña sensación en mi pecho tuve que refugiarme en mi Ipod. Era un mundo en el que podía escapar y sentirme útil sin hacer nada. Pero me volvió un pensamiento sobre la mesa ¿Realmente no estaba el diario? ¿No se podría haber caído al piso?

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  24. Mi amigo
    Escrito por Martín

    Me llamo Damián y soy un chico de Buenos Aires, de 9 años. Vivo en una casa moderna con un gran patio con mis padres, mi hermana y mi perro.
    Mi perro Tomy y yo somos como mejores amigos y lo adoro, pero siempre tuvo algo de peculiar e independiente. Él se iba siempre lejos de la casa y volvía en unas horas, pero no le dábamos mucha importancia porque era un perro muy inteligente y no le iba a pasar nada ni podría perderse porque conocía el barrio a la perfección.
    Un día fui con la empleada doméstica en el subte camino a la escuela como todos los días. Tommy, como acostumbraba, nos perseguía hasta que subíamos y su silueta se alejaba a medida que el subte avanzaba. Luego regresaba a casa a esperar mi regreso.
    En el interior del subte había un hombre que me miraba como nervioso. Me daba un poco de miedo sus tiernos ojos de mirada penetrantes. Cuando llegamos a la parada no me sacó los ojos de encima hasta que me bajé.
    El encuentro con el hombre misterioso del subte se repitió varias semanas.
    Días después Tomy se fue y no regresó en el horario habitual, entonces lo buscamos con mucha desesperación durante largos días pero nunca perdí la ilusión de encontrarlo.
    De pronto me asomé a la escalera de una parada y de allí salió un hombre al cual le veía cara familiar. Era ese hombre con el cual me encontraba cada día en el subte camino a la escuela. Este me preguntó si me había perdido, y le dije que sí, entonces me llevó a mi casa pero antes, desde el primer teléfono público, logró comunicarse con mis padres luego de que yo le diera el teléfono.
    Cuando llegaron en mi búsqueda le agradecieron al hombre por haberme encontrado y por haber comunicado con ellos a su hijo. En ese preciso instante el hombre dijo con tiernos ojos que no nos podía seguir mintiendo y se transformó en mi perro perdido.

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  25. FELICITACIONES !!!
    Excelentes historias para compartir.

    Éxitos "Sextooó 2010" en el pronto Séptimo que les espera.

    VERO

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  26. Desapariciones
    Una vez, en la casa de mis tíos, una casa gris y aburrida, yo jugaba con sus artilugios de la marina. Había maquetas de barcos como “Atlantis” y “Tinium”, uniformes, algunas balas gastadas, pero lo que mas me impresiono fue el baúl de cartas que mi tía había enviado a mi tío en su estancia en Hong Kong. Había millones de noticias periodísticas que traían escritas los resultados parciales de la guerra
    -Lucaaaaaaas-Grito mi tío
    Mientras me iba, note que el diario no se encontraba en la mesa. En ese momento no me di cuéntalo que estaba pasando, pero cuando fui afuera, además del frio habitual de un Ostende en invierno, sentí una extraña sensación en el pecho
    Como ellos no tenían a su hijo en casa (Luis, debía tener 25 o 26 años) tuve que refugiarme en mi Ipod. Era un mundo en el que podía escapar y sentirme útil sin hacer nada. Pero me volvió un pensamiento sobre la mesa¿ realmente no estaba el diario?¿no se podría haber caído al piso?
    Fue un verano aburrido, aburrido realmente. El misterio del diario me mantenía despierto, asi que decidí investigar finalmente. Me acerque a la sala de estar e investigue la mesa.
    Era una mesa de roble, maciza, de una sola pata. No parecía tener nada especial. Cuando estaba revisando la pata, vi una sombra
    -¡¡LUCAS!!- Dijo mi tío
    -¿Qué pasa?- dije asustado
    - Lo mismo que Luisito vos
    Y me explico como cada año los espiritus de los abuelos venían a la mesa por una señal de que su hijo estaba vivo.

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